CILTURA: En Colombia tras las huellas de Eduardo Talero Núñez
Por: Hugo Correa Londoño*
Lejos estaba de saber quién era o fue Eduardo Talero Núñez, cuál fue su importancia en Argentina, y más en la provincia de Neuquén, donde han honrado con su nombre una calle, y una torre como monumento a su memoria. Lo que concitó parte de mi interés a finales del año 2005. Ahí estaba el toc toc a mi curiosidad de novel escritor para una cita con la historia.
A quienes nos pusieron por purgatorio, infierno o paraíso, el vicio o placer de escribir, y como lo dejó sentado en una de sus columnas de opinión el escritor Julio César Londoño, sabemos que es una ofensa grave que alguien le diga al escritor, con el objeto de ayudarlo: ahí le cuento una historia para que la escriba. Eso es un insulto a la inteligencia, una indelicadeza que muchos cometen bien por candidez, o por soberbia. En ambos casos, por ignorancia. En mi caso, con vergüenza ajena, les aconsejo a aquellos: escriban ya que tienen la historia, ese es su compromiso.
El escritor marcha por ahí guindado de una estrella o acabando zapatos en el pavimento, cuando aparece la historia, y es un momento crucial. Es ese, y no otro, y no se sabe cuándo la va a escribir, pero ya queda el registroen su memoria. Es así como, para el caso de marras, una tarde a finales del año 2005, paseaba con un grupo de tres profesores argentinos que me había presentado la escritora y artista plástica Ana Unhold, recién incorporada al Taller de Escritores que dirijo. Me ofrecí como guía de esa comisión en el sector de La Candelaria en pleno centro de Bogotá. En el recorrido, saludamos a nuestro paso al poeta Armando Orozco quien iba acompañado de Catapulta, personaje este último, de quien es aconsejable huir o desmarcarse porque asalta a cualquiera con su enredo para la venta de sus microediciones, copando tiempo precioso. Por tal motivo, desvié a los visitantes y no los dejé involucrar en ese interesado saludo del acompañante del poeta.
En dicho recorrido contaba al grupo de la profesora Lilí Muñoz, un poco de las huellas de histórico sector. Habíamos pasado por el Museo Botero, tomado fotos de algunas iglesias del lugar, por la Biblioteca Luis Ángel Arango y otros sitios de no menor importancia en esas calles. Para finiquitar la jornada, los invité a conocer la Casa de Poesía Silva. Estaba reciente el recuerdo de la partida de la poeta María Mercedes Carranza. Una vez allí pasamos por las dos salas de la entrada, el auditorio y la biblioteca. En el camino por el corredor izquierdo, hacia el fondo, con el ánimo de buscar la fonoteca y la sala de venta de libros, revista y otros recordatorios -souvenires-,al presentar los cuadros o retratos de los bardos que hay en sus paredes, Lilí paró ante el marco de las letras de nuestro himno y exclamó: ¡Rafael Núñez, el bisabuelo, o qué se yo de nuestra amiga Martha Ruth Talero! En Argentina esmuy importante para los anales de Neuquén la vida y obra del poeta y político colombiano Eduardo Talero Núñez, su sobrino, ¿conoces algo?, dijo dirigiéndose a mí. Hasta ahora me entero, fue mi repuesta. Y continuó: Martha Ruth, su nieta, está necesitada de hacer un contacto en Colombia para venir. Le das mi correo cuando regreses a tu país, querida Lilí -le dije. La jornada terminó en el vagón de un tren que hay en la esquina de calle 12 C con carrera 5ª, en el que había en esa época un café gourmet y de otras bebidas espirituosas.
En efecto, a los pocos días en mi correo electrónico apareció el saludo de Martha Ruth Talero, congraciándose por el contacto. Me pidió si podía averiguar algo sobre su abuelo Eduardo Talero, en Colombia, quien fuera sobrino de Rafael Núñez. Sabía que este había sido presidente de la republica y que su abuelo había escapado al pelotón de fusilamiento.
Finalizando el siglo XIX, en un acto de benevolencia de El Regenerador, como se conoció a su tío, logró que el vicepresidente Miguel Antonio Caro, le conmutara la pena de muerte por el destierro ante el ruego de su hermana Betsabé, que desde Bogotá había remontado la cordillera y navegado el río de la Magdalena hasta llegar a su residencia de El Cabrero en Cartagena para implorar por la vida de su hijo. Un barco llevó al expatriado y lo dejóen el puerto de Bluefields en Nicaragua, donde la Logia Masónica de la que era miembro su padre, el General Marco Antonio Talero Monroy, le consiguió un cargo para su sobrevivencia. De allí emprendió un periplo por el sur del continente y después a Europa, para regresar en forma definitiva a buscar asiento en Suramérica.
Es propio señalar que después de nuestra independencia (1819), empezaron las luchas intestinas para la creacióndel Estado. Se dividieron las fuerzas entre bolivarianos y santanderistas, lo que se mantuvo y trascendió después de la muerte de El Libertador. Hasta finales de siglo, época en la cual tomó presencia Rafael Núñez, quien se impuso con una constitución centralista y clerical a pesar de sus principios liberales. Algunos cronistas señalan entre líneas, que se rindió ante la iglesia con un Concordato vergonzoso, para salvar su relación extramatrimonial con Soledad Román.
El general Marco Antonio Talero Monroy, masón y liberal, con sus tropas era contrincante de su cuñado Rafael Núñez, y su hijo Eduardo, prosiguió con ese ideario rebelde de no renunciar a las ideas de las que había renegado su tío. Al enterarse de su muerte poco después de su destierro le escribió el implacable soneto, Tirano, ampliamente conocido:
Con sus garras agudas de Milano/ y al sentir de la muerte el desvarío./ Dicen que el pueblo amenazó sombrío,/ un criminal, decrépito tirano// Que el cadáver del déspota inhumano,/ cayó siniestro en el sepulcro frío,/ con su negro corazón impío/ hizo festín, devorador gusano.// Que al infeliz fue tan nocivo,/ ese manjar amargo y corrosivo,/ que en convulso dolor perdió la vida.// Pues llevaba el tirano entre su seno/ por corazón un filtro de veneno/ que destilaba su alma corrompida.
En una de sus travesías, a su paso por el Perú, quedó atrapado en las Termas de Yura por la mirada de una bella doncella de ojos azules y de raíces inglesas, Ruth Reed, y como en los versos del poema de Sonia Truque: "...un mozo que le clavó en sus ojos la mirada/ la mirada del mozo se le clavó en sus ojos/ como una espada// Y la mirada del mozo/ clavada en sus ojos como una espada/ la puso de vuelta a su desazón/ a la misma/ que siglos atrás atormentara a Ib Raschid de Córdova" Esa chica de ojos cautivadores, pocos años más tarde, sería la mujer de su vida, Ruth Reed, hija del arquitecto Thomas Reed, quien había construido el Capitolio Nacional de Colombia e intervenido en el estudio de planos del Panóptico, hoy díaMuseo Nacional de Colombia, sería ella su compañera de aventura para cruzar Los Andes camino a Argentina y dar a luz a su único hijo en los parajes inhóspitos de la nevadaAluminé.
Quedé de averiguar, y, como es apenas lógico, debía ir a la Academia de la Historia Colombiana. Le manifesté que me diera unos días para hacer mis primeras pesquisas, lo que hice con diligencia, pero con deplorables resultados. En ese sitio no encontré apoyo alguno, solo unos empleados que no daban razón de nada y la poca información para hablar con un funcionario o alguien con quien pudiese conversar. Tampoco encontré rastro en la Biblioteca Nacional. Ante este panorama tan gris fui concreto con mi amiga Martha Ruth y le advertí que, sin perder el interés, al menos por el momento no era posible tener noticias alentadoras. Algunos correos cruzados pero cada vez mas espaciados en los años posteriores, no alimentaban esperanza alguna.
Con el ingreso del filósofo y escritor Edgar Bastidas Urresty como miembro de número a la Academia de laHistoria Colombiana en el año 2011, se presentó la oportunidad, Él quien me invitó al acto de recibimiento en esa institución, y en el año siguiente en una charla sin premura, le conté lo concerniente a la historia del sobrino de Nuñez. Entoces medió para la visita a esa Academia para que la atendiera el Secretario General. Con esta noticia, alenté a doña Martha Ruth Talero, para que viniera a Colombia. Mientras tanto, le haría otros contactos y organizaría la agenda académica en los espacios a mi alcance.
Al arribo de Martha Ruth Talero con su esposo Luis Juan Sicalos, el 29 de abril del 2013, les había reservadohabitación en el Hotel Augusta de la Av. Jiménez con carrera 5ª en el histórico barrio de La Candelaria. En la agenda preparé una visita al hotel con el exministro de estado y escritor Jorge Valencia Jaramillo el día 30 de abril, la cual se cumplió. Hacía crecer la expectativa y el interés, el hecho de que en los documentos de Martha Ruth, aparecía correspondencia de varios miembros de la Logia con su abuelo Talero Núñez.
El 2 de mayo estaba prevista, en horas de la mañana la visita a la Academia de la Historia Colombiana con su Secretario General, quien resultó ser un externadista, egresado del mismo claustro donde el joven abogado Eduardo Talero Núñez egresara en 1888. Eso facilitó la gestión más tarde en la Universidad Externado de Colombia. En la noche estaba prevista una conferencia en una de las aulas del Universidad Autónoma de Colombia con estudiantes y profesores de humanidades, así como parte de los integrantes del Taller de Escritores Gabriel García Márquez.
Toda la agenda prevista en ese año se cumplió a cabalidad y remató con un imprevisto ágape que el señor Sicalos, esposo de Martha Ruth, brindó en el hotel donde se hospedaban a una pequeña comitiva, después de laagotadora jornada de la universidad.
Con la documentación que generosamente me facilitó la ilustre descendiente y visitante al país de su abuelo, preparé para la visita del año 2014 el artículo intitulado: Eduardo Talero Núñez, una página para agregar en la historia de Colombia, el cual fue publicado en algunos magacines colombianos y en la Revista francesa Vericuetos.
Esta crónica deja en evidencia todo el esfuerzo que la señora Martha Ruth Talero, nieta del escritor y poeta Eduardo Talero Núñez y sobrina bisnieta del expresidente colombiano Rafael Wenceslao Núñez Moledo, efectuó con paciencia y rigor para que el nombre de su abuelo fuerareivindicado en las páginas de la historia colombiana, ante el enorme reconocimiento que la República de Argentina,y en especial Neuquén, han hecho de su obra y méritos en ese hermano país que lo considera uno de sus hijos.
*Escritor y abogado colombiano, director del Taller de Escritores Gabriel García Márquez